por: Agusto Álvarez Rodrich

publicado en: http://www.larepublica.pe/columnistas/claro-y-directo/las-sandalias-del-pescador-22-01-2012

Cipriani no debe presidir la conferencia episcopal.

Los obispos peruanos tomarán esta semana una decisión crucial para el futuro de la iglesia católica en el país: elegir a su nuevo presidente. Ojalá que Dios los ilumine para que decidan bien con el fin de evitar el uso político de la religión al que acostumbra el cardenal Juan Luis Cipriani.

Esto ocurrirá en la 99 asamblea plenaria del episcopado peruano, entre mañana lunes y el viernes 27, empezando con una misa concelebrada por los 48 obispos en la parroquia San Antonio de Padua, en Jesús María, junto a la sede de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP).

La asamblea plenaria es el órgano supremo de la CEP. La integran los obispos de las 45 jurisdicciones eclesiásticas del Perú y los obispos coadjutores y auxiliares de las diócesis.

La eucaristía será presidida por monseñor Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo y presidente de la CEP, luego de lo cual los obispos darán inicio, a las nueve de la mañana, a la asamblea en la que esta vez participará el nuevo nuncio apostólico en el Perú, monseñor James Patrick Green.

El punto más relevante de la agenda será la elección del nuevo presidente tras dos períodos de Cabrejos. Será, también, el más discutido pues, como ya ha ocurrido, volverán a contrastarse dos visiones de la conducción de la iglesia peruana: la del cardenal Cipriani, y la del resto de obispos que no son del Opus Dei.

Cipriani no ha tenido, lamentablemente, la capacidad de separar sus opciones políticas personales con su función religiosa. Por ello, con imprudencia, mezcla el púlpito eclesiástico con la tribuna partidaria, la prédica sacerdotal con sus visiones políticas, y hasta se inclina por candidaturas concretas en momentos como las elecciones en que debería defender principios antes que intereses.  

Esto ha mellado el prestigio de la iglesia católica peruana pues, gracias a Cipriani, perdió capacidad de convocatoria y apertura que son tan necesarias en sociedades como la peruana que, con frecuencia, se divide de un modo innecesario y exagerado.

De acuerdo con la estructura de la iglesia, cada obispo toma decisiones en su ámbito con una relación directa con el Vaticano. Son, por ello, pares. Cipriani tiene, por ser cardenal, una posición que, sin duda, es más vistosa y notoria, pero no posee, en la práctica, autoridad sobre el resto, a pesar de lo cual él se ha encargado de hacer creer, en sus interlocuciones públicas, lo contrario, especialmente con el fin de orientar a la iglesia en direcciones políticas particulares.

Este fenómeno ha podido ser parcialmente compensado desde la Conferencia Episcopal. Por ello, Cipriani ha aspirado a su presidencia desde hace tiempo, pero sin suerte. Ojalá que, por el bien de la iglesia peruana y del país, esta vez ocurra lo mismo.